2.2.10

Un sueño raro.

Estoy solo en una habitación. Creo que no hay nadie más pero intuyo una presencia. Me despierto.

Era un sueño. Cierro los ojos y, como por arte de magia, sigo en la misma habitación pero ahora está mi madre delante de mi hablando, pero no la entiendo. Y entonces recuerdo: ¡esto era un sueño!

Pero ahora no me despierto.

Salgo de la habitación y me voy corriendo. Estoy en la playa, mi playa, la playa de mi vida. Y allí estoy yo, con un buen amigo (Sergio) como si no hubiesen pasado los años, como si aún fuese aquél quinceañero asustado sin saber cómo ni cuando contarlo.

Me habla como si estuviese muerto, recordando los momentos que pasamos, aburridos y divertidos, jugando con Golfo, haciendo o deshaciendo amigos en la playa. Me habla de mi abuela, de mi prima, de todo lo que hacíamos juntos.

No recuerdo mucho más.

Pero al despertar he sentido algo raro. He sentido miedo. Miedo de seguir, de olvidar. Miedo de no tener nunca más días como aquellos. Y pienso, Golfo ya murió, eso ya es irremplazable.

Un sueño raro.